El sábado tuve la oportunidad de disfrutar de una jornada de turismo y descubrimiento en la región gipuzkoana del Goierri. Esa gran desconocida de Euskadi. Todo lo acontecido ahí lo explicaré mejor mañana en el blog, pero quiero hacer un alto en el camino para explicar la comilona que nos pegamos en una de las sidrerías de la zona: Oiharte, en el municipio de Zerain. Aunque las sidrerías más conocidas y populares son las de Astigarraga, en cada lugar de Gipuzkoa es habitual elaborar sidra. El Goierri no es una excepción.

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Montañas de manzanas listas para ser convertidas en sidra.

Oiharte es también un agroturismo donde poder alojarte durante una escapada a toda esta zona maravillosa. En nuestro caso, solo pudimos disfrutar de su condición de templo gastronómico. Como es lógico y habitual, en Oiharte elaboran su propia sidra en las instalaciones de las que disponen. Llegamos en plena época de fabricación y pudimos ver cómo descargaban las manzanas y una breve explicación de cómo hacen la sidra. De hecho, nada más llegar nos llevaron a la zona de prensado donde vimos la máquina que sustituye la mano de obra humana en este paso. Es raro que se haga al método tradicional y todo se sustituye por maquinaria. De ahí, fuimos hasta los tanques donde se conserva el mosto que posteriormente se convertirá en sidra. Delicioso el mosto, por cierto, que pudimos probar y paladear. Parecido al de uva, pero mucho más dulce y rico. Al final de la planta estaba el txotx donde ya pudimos disfrutar de la rica sidra gipuzkoana.

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La etiqueta roja es la normal.

El menú típico de una sidrería no tiene demasiado misterio: txistorra, tortilla de bacalao, txuleton y queso con nueces. Si funciona, ¿para qué más? En el caso de Oiharte añadieron un plato más: bacalao con tomate y pimientos. Oye, añade y mejora la oferta, ¿para qué más? Para hacerlo aún mejor :P. Como digo, todo empezó con sidra y siguió con un poco de txistorra frita acompañada de unas buenas raciones de pan. Pan muy rico, todo hay que decirlo. Seguimos con mi forma favorita de cargarse un gran pescado: la tortilla de bacalao. Jugosa, con gran sabor y trocitos apreciables de bacalao. Puede parecer una tontería, pero en muchos lugares ni se aprecian.

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Ración a compartir entre cuatro.

A la tortilla lo siguieron unos buenos trozos de bacalao con tomate y pimientos. Un rollo parecido al bonito con tomate (qué deliciosidad de plato que he aprendido a apreciarlo con los años), pero con bacalao. Para mi gusto estaba correcto, no era una maravilla, pero tampoco estaba incomible. Entraba bien y eso se agradece. Entre plato y plato un traguito de mosto o una visita al txotx. Hay que pasar la comida con algo de líquido, ¿no?

Un taco para cada iger.
Un taco para cada iger.

Tras el pescado llega el plato fuerte del menú. Si vas a una sidrería sabes qué vas a comer, como digo. Siempre el plato fuerte es el txuleton a la piedra. Lo sirvieron al punto, como me gusta, con el centro rosaco y las partes superiores más churruscadas. La ración que se muestra en la foto es la individual, que fuimos a comer txuleton aiba la hostia. Como comenté con Embajador de la Huerta, compañero bloguero en Santutxu Pintxotan y aquí, la carne está para comérsela caliente, según se enfría se va haciendo más gomosa. Así que más vale entretenerse poco en el txotx y degustar la sidra de la mesa para disfrutarla en su máximo esplendor. Como dato adicional, si la quieres más hecha, te la hacen sin problema.

Ración individual.
Ración individual. Pelín escasa.

Adoro el queso. Es uno de los productos que más me pueden gustar en distintas variedades. Como vasco, reverencio el Idiazabal casi como una religión. Lo que me molesta es que me la den con queso y me cambien un postre por una ración de este manjar. ¿No pueden ser las dos cosas? Un buen postre y un poco de queso con membrillo y nueces. El queso, eso sí, estaba espectacular. Como el membrillo, que no me gusta demasiado y me puse fino (delicioso, de verdad). Nos trajeron dos variedades distintas de Idiazabal, uno ahumado y otro no. Con las etiquetas que indicaban que estaban hechos en la zona y no se trataba de queso industrial. En la zona de la mesa en la que estaba sentado hubo unanimidad sobre el queso favorito: Garoa Artegia de Jon eta Martina.

Dos quesos distintos con un delicioso membrillo.
Dos quesos distintos con un delicioso membrillo.

Como curiosidad añadir que Oiharte elabora tres tipos de sidra y comercializa dos. Una es la normal, otra es ecológica y una tercera es sidra espumosa más parecida a la asturiana. Como un cava de manzana, en vez de uva. Este último todavía no se vende. Además, esta sidrería es una de las cuatro que, actualmente, vende botellas con tapón escanciador incluído. Toda una bendición para fiestas como Santo Tomás que tener uno es un lujo (a menos que lo lleves de casa).

Tapón escanciador, el culmen de la ingeniería.
Tapón escanciador, el culmen de la ingeniería.

Finalmente, nos ofrecieron un patxarán casero como digestivo. No soy muy aficionado a estos licores post-comilona, más allá de la crema de orujo. Probé y no estaba mal. No era muy fuerte, aunque su sabor a jarabe no es lo que más busque, la verdad. Una comida de lujo en un entorno muy propicio. Oiharte es una buena recomendación si queréis una buena sidrería que no esté en Astigarraga y rodeado de un ambiente rural para desconectar de la ciudad. Por último, no puedo acabar este post sin dejar esta escena de la que me acordé durante toda la vista. On egin!

P.D: Agradecer a la comunidad de IgersBilbao e Igers Euskadi (y en especial a Alberto Makusikusi) la invitación a este viaje y a Turismo Goierri por la confianza en este grupo de gente variada.

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