A mediadios de julio me acerqué hasta Santander para acudir a una de las jornadas del SMCant, el evento sobre Social Media celebrado en la Casa del Estudiante de la Universidad de Cantabria. Después de acabar la sesión, nos dirigimos a tomar unas rabas y, ya de paso, comer en el Pizza Jardín, un amplio restaurante con una gran terraza cerca del parque de Mataleñas, de camino al faro. Así que ahí fuimos a comer un menú del día (y picar algo).
Según comentaron al llegar, la tortilla de patatas del lugar tiene mucha fama. Fama de estar buena, por si hacía falta especificar. Al ser un grupo grande tuvimos que esperar un poco hasta que nos acomodaron en la terraza. Una vez allí, picamos unas rabas y ojeamos la carta. Una carta con una clara procedencia italiana. Luego llegaré a eso. Primero vamos a hablar de las rabas. Ese tipo de rabas que hacen en Cantabria con un rebozado que para mi es extraño y no me accaba de gustar. Aunque, eso sí, reconozco que estaban ricas. Prefiero las de mi madre, qué os voy a contar.
Después del refrigerio, nos lanzamos a pedir. El menú consta de dos opciones: completo o solo un plato. Incluye pan, bebida y postre. En mi caso me decanté por el de dos platos, con desigual satisfacción al respecto. Empecé con una ensalada, creo que era «diplomática» o algo que ver con ello. Mix de lechugas, cebolla, tomate, jamón dulce, huevo cocido y salsa de roquefort (o queso azul). Finalmente, tan solo era una pasta de nata con ligero aroma de queso. Se dejaba comer, pero ya. Es lo único que se puede decir al respecto. Ya se ve…
Por contra, la lasaña de verduras estaba muy rica. Con el queso fundido y la poca boloñesa que rebosaba burbujeante por el calor. Estaba caliente (en todos los sentidos), algo lógico, pero con esperar un poco no te abrasabas la boca. Todo en su punto y muy rico. Recomendable, la verdad.
Del postre no tengo fotos, pero pedí un trozo de tarta comtessa (qué buena está, ¿eh?) y alguno pidió piña. La fruta venía cortada en trozos, pero con parte de la peladura. Según los que la probaron, estaba buenísima. Así que ya sabéis. Al final, entre menús y rabas (con alguna cerveza extra), la comida salió por unos 15€. Excesivo para la ensalada, pero siempre podía haber pedido otro primer plato.
Si estáis por la zona, al menos para tomar una tortilla o unas rabas, no dudéis en parar por aquí. Luego un paseo por Mataleñas para las fotos y bajar un poco el aperitivo y a seguir disfrutando de esa preciosa ciudad que es Santander.