La gilda es un elemento omnipresente en la hostelería de Euskadi. Es un pintxo muy sencillo, rico y adorado. Prácticamente todos los bares tienen algún tipo de gilda. Y se venden, aunque no varíen mucho de un local a otro. Algo tan simple y sencillo como poner en un palillo varios encurtidos y algún elemento extra y regar con aceite de oliva da un resultado espectacular. La más clásica es la que conjuga aceituna, anchoa y guindilla. Este último elemento puede ser picante o suave, a elegir.
Hay multitud de variedades. Una de mis favoritas es la que lleva anchoa en vinagre (en el norte lo llamamos boquerón) y aceituna. También están las que le añaden huevo de codorniz cocido a la receta tradicional… Como digo, es algo típico que no falta en ninguna barra de pintxos de Euskadi y siempre es un recurso socorrido en caso de indecisión.Los acompañamientos también son varios. Los hay que solo añaden aceite y otros hacen un aliño con cebolleta y pimientos para darle un toque crujiente.
Cuentan que el nombre le viene por el personaje de la famosa película de Rita Hayworth porque, según dicen, es «salada, verde y un poco picante». Se comenta, también, que para encontrar su origen hay que viajar hasta Donostia, donde un hostelero de la zona la inventó en los años 50. Después se popularizó y conquistó las barras de Euskadi y los estómagos de los vascos. La gilda es el pintxo compañero que no te abandona.
Sea como fuere, la gilda es todo un clásico. Sus amantes son capaces de comerse bandejas enteras sin rechistar y quedarse con ganas de más. Como ya he comentado, algo bueno que tiene esta banderilla (me encanta esa denominación) es que la calidad no varía considerablemente, por lo que siempre sabes lo que vas a encontrar. Eso sí, una gilda con antxoa del Cantábrico es un pintxo más que digno. Si venís a Euskadi, no podéis dejar de probar esta deliciosidad en miniatura. Tratad de comerlo de un bocado para captar la conjunción de sabores y veréis. Es un producto made in Euskadi.