Si Bilbao es un templo de la gastronomía, el Casco Viejo de la villa vizcaína es una de sus imponentes naves. En las estrechas y antiguas siete callejuelas se consiguen encontrar auténticas maravillas en forma de restaurantes o bares de pintxos. De hecho, algunos de los mejores ejemplos de esta especie se hayan en las calles del Casco Viejo de Bilbao. Es el caso del Restaurante Kasko, en Santa María, un viejo conocido de los amantes de la nocturnidad festiva. Aunque pueda parecer extraño, ciertos bares de Bilbao se convierten en respetables por el día. Y, sorpresa, el Kasko es uno de ellos.
En su menú del día de 13€ hay una oferta gastronómica bastante interesante, tanto para el local como para el foráneo. Un menú que mezcla algunos platos típicos de la cocina vasca como el cocido de alubias con todos sus sacramentos o el bacalao al pil pil con otros más imaginativos como la ensalada de cangrejo o los escalopines de magret.
No es la primera vez que vengo a comer aquí. Tampoco es la primera en la que me lanzo sin mirar, ni pensármelo dos veces, al cocido de alubias con todos sus sacramentos. Y no me arrepiento de ello. Ni lo hice la anterior vez en plena ola de calor (con @Bomarzo y @jagospierre), ni esta. Tal vez no sea un plato tan rico como el que puedes encontrar en el Arandia de Julen, pero no está nada mal. Una ligera alubiada (porque es un plato y no todo el perolo feliz) a precio asequible en lo antiguo de Bilbao. ¡De lujo!
En cuestión de segundos platos, entre el cabracho y el redondo de ternera en su típica salsa, no hay mucho más que decir. De hecho, un punto muy positivo para mi es que la salsa del redondo sabía igual que la que hacía mi abuela. Algo parecido a lo que le pasó a mi hermana en La Guía de Sóller con el cordero. Y siempre es bueno encontrar y tener localizado un restaurante que te permita volver a sabores del pasado que creías desaparecidos. Aunque, eso sí, yo hubiese acompañado el redondo de puré de patata, no de fritas.
Y en cuanto pescados, nada malo que decir. En mi primera visita probé el bacalao al pil pil y estaba perfecto. Como tiene que ser. En el caso del cabracho, no le metí bocado, pero no tenía mala pinta, a excepción de las molestas espinas propias de esta especie.
Respecto a los postres, no son una absoluta maravilla, pero cumplen su función. En mi caso, al oír tarta de queso no puedo optar a nada más. Es la palabra clave. Esa y mollejas. Se me nubla la vista, la mente y el apetito. Todo al rojo de la frambuesa que lleva por encima. ¡Cheesecake en vena!
Así que ya os digo que en el Kasko se come bien, con un buen trato y se está muy a gusto. Merece la pena acercarse un mediodía hasta este restaurante a por un menú de 13€ con IVA incluido. Así deberían ser todos los restaurantes. Y si le bajasen un poco los precios, mejor :P.