No tengo por costumbre hablar de sitios que no me han gustado. La idea de escribir un blog sobre comida, cocina y gastronomía es sacar a la luz cosas positivas de todos estos temas. Aunque hay veces que la experiencia no es satisfactoria y es necesario un pequeño texto de desahogo. Eso es lo que os traigo hoy, ya os pongo en preaviso para que sepáis que vais a leer el texto de una persona que tuvo una experiencia poco satisfactoria en el local del que quiero hablar hoy: Happy River.

Fachada del Happy River (imagen de BilbaoFest, pincha para leer su post).

El Happy River es uno de los nuevos locales de moda de la ciudad. Situado en el Muelle de Marzana, de cara al Casco Viejo de Bilbao, junto al Mercado de la Ribera, pero en la otra orilla. Esa zona, la de Marzana (muelle y calle) es la zona que está más de moda en la villa. Sin haber pasado mucho por ahí, es el Ruzafa o Malasaña bilbaíno, junto al río, lleno de locales modernetes y hipsters. Lo cual no me parece mal, ¿eh? Es un ambiente que no me disgusta. Ahí han decidido abrir este local.

La idea tiene un planteamiento interesante de principio. El sitio tiene tres barras. Una de cócteles, otra central donde sirven hamburguesas y picoteo y una tercera donde hacen sushi. Como concepto, está chulo. Pero hasta ahí, al menos para mi. Fuimos a comer a mediodía, el pasado viernes. Un solazo impresionante y una temperatura la mar de agradable. Nos sentaron en la terraza y se estaba bien. Ahí nos explicaron de qué trataba el tema y ya me empezó a mosquear la cosa. Las bebidas se piden a la camarera que te ha atendido y ella te las sirve y te las cobra. La comida hay que pedirla en la barra correspondiente y ellos avisan cuándo puedes ir a recogerla. Es decir, te sientas a la mesa a comer, pides las bebidas, te las traen, pero la comida tienes que ir a por ella. Ni siquiera te cogen el pedido. Seré raro, pero me parece un sinsentido. Dicho sea de paso, la decoración toda llena de plantas me parece que tiene un punto exótico y es muy bonita. Me recuerda, ligeramente, a la estación de Atocha con ese jardín en mitad de la misma.

La presentación de la hamburguesa estaba chula.

Pedimos hamburguesas, que para eso habíamos decidido ir ahí, a probar las burgers. 5,20€ la básica con lechuga, tomate, cebolleta y su salsa Happy River. Bien de precio, pensé. Es más, me voy a lanzar a meterle el extra de queso y bacon para darle algo más de consistencia y sabor al plato. 6,50€ en total. Más o menos lo que viene a costar una hamburguesa de las caras en el Alvarito’s Bar (mi baremo de medición hamburguesero). Para donde estábamos, no era mal precio. Hasta que llegaron, claro.

Incluían patatas, un detalle. Las hamburguesas me parecieron muy pequeñas, sobre todo para el precio que tienen. Estaban ricas, sí, pero escasas. No sé si se puede apreciar en las fotos, pero era así. De hecho, entramos al local sobre las 2 y cuarto y salimos en media hora, con hambre. El resto de raciones que pidieron los otros comensales también me parecieron un poco escasas, pero pensé que la hamburguesa cambiaría algo. Me equivoqué, completamente.

Rica, pero escasa.

La sorpresa la dejaron para el final. Con hambre y un poquito enfadados por lo que acabábamos de comer, decidimos pedir la cuenta de las bebidas (que iba a parte, cosa loca) y tachán. Un botellín de agua y una caña 5€. Algo que es normal y no debería de sorprender. De hecho, pagar esa misma cantidad por dos cañas es algo más o menos habitual en Bilbao. Lo sorprendente era que la caña era más barata que el agua. ¿En serio? Un puto botellín de agua de medio litro (que no era la botella de litro y medio o dos litros) por 2,70€, más caro que la cerveza. Pagamos y salimos echando fuego en el asfalto y sin ninguna gana de volver.

Esta fue nuestra experiencia en un local que es demasiado moderno para mi gusto y tal vez entendimiento. No se puede reservar mesa, a menos que sea un grupo de más de seis personas, la bebida la sirven en mesa, pero te hacen levantarte a por la comida (esto, ¿hola? He visto como te servían la cerveza cuando he ido a pedir, la puedo llevar yo). Raciones pequeñas en relación al precio. El agua más caro que la birra… ¿Qué loco mundo moderno es este? Por ahora me mantendré alejado de aquí y me moveré por otro tipo de restaurantes más acordes con mi modo de entender la comida, la hostelería y la gastronomía. Como los que traeré las semanas venideras.

P.D: Antes de que caiga sobre mi un aluvión e comentarios negativos, son mis opiniones y fue mi experiencia. He querido desahogarme con este post y lo he hecho. No quiero demonizar el local. Si a ti te ha gustado, me parece genial, deja un comentario, pero ahórrate los insultos ;).

2 Comments

  1. Se agradecen las entradas » en positivo» peto también los tirones de oreja, más que nada para evitar malas experiencias o al menos ir prevenido.
    Pase el otro día por allí camino de El Perro Chico y tenía muy buena pinta….

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