Con el de hoy creo que ya he acabado con todos los restaurantes que probé en mis visitas a la Comunitat Valenciana este verano. ¡Antes del final de la propia estación! Me merezco un premio. A ver si encuentro un restaurante de estos buenos y baratos por Bilbao. Hoy os quiero hablar de un tipo de restaurantes que no se estilan demasiado en los blogs pseudogastronómicos. Se trata de ‘El Veintiséis’, en Los Arenales del Sol, entre Elche y Santa Pola, un restaurante de batalla, de los de menú del día playero, pero que me dejó bastante impresionado con la calidad.
Tras pasar un entretenido día de playa en las dunas del Carabasí, una de las más bonitas y recomendadas de la provincia de Alicante, nos acercamos a comer a la zona urbana más cercana (sin tener que subir cuestas y eso). Ahí, destaca por encima de todos los bares, el propio Veintiséis. Estaba llenísimo, como se preveía. Tal es la popularidad de este restaurante que no aceptan reservas la misma mañana, si te olvidas de reservar en plena temporada alta, te va a tocar hacer cola y esperar a pleno sol que haya algún hueco. En nuestro caso, hubo suerte y conseguimos mesa con cierta rapidez.
El restaurante es bastante grande, con una amplia terraza llena de mesas y abarrotada. Es curioso el sistema para aliviar el calor con ráfagas de agua. Pero bueno, vamos a lo que cuenta, la comida. Un menú del día de dos platos con pan, bebida y postre, además de una ensalada de cortesía. Lo que realmente brilla con luz propia en ‘El Ventiséis’ es el arroz, muy bien trabajado y muy, muy rico. Más si tenemos en cuenta que se trata de un restaurante abarrotado y bastante barato. Tres variedades de arroces, al menos cuando fuimos. Arroz con bogavante, arroz negro y paella. Una de las cosas que molan es que puedes pedir dos primeros, así que si optas por dos variedades de arroz puedes morir de gusto.
El arroz, como digo, estaba delicioso. Cierto es que el bogavante no es fresco, pero se entiende con la cantidad de platos que iban sacando con rapidez de la cocina. Producto rico, caliente y con una buena cantidad. ¡Así da gusto! De segundo, no recuerdo mucho la variedad, pero había como cuatro o cinco opciones. Yo opté por el rabo de toro guisado (jijiji). Y también, estaba muy tierno. La carne se deshacía con solo pasar el tenedor. Me sorprendió bastante, como digo es un bar de playa.
De ahí, al postre. Tras escuchar las opciones, el veredicto de la mesa fue unánime: profiteroles. Vaya nombre más raro, que casi parece un medicamento para un postre tan rico. Y vaya que lo estaba. Para redondear una fantástica comida. Todo buenísimo. El punto negativo es que al estar tan sumamente lleno, los camareros no dan a basto y tardan bastante en atenderte. Nos tiramos un rato esperando la cuenta porque había demasiada gente. Pero bueno, lo que es la parte gastronómica, todo más que correcto. Una gran recomendación en la zona si vas a pasar el día a la playa.
Hay veces que este tipo de locales menos «fashion» tienen mejor calidad.
Tengo una anécdota familiar a cuenta de los profiteroles… xD
¡Cuenta, cuenta!
Bori! Te perdiste en Gandía el bar «STOP», que se dice que tiene la mejor fideuá (que es original de Gandía) de toda Valencia. Eso sí, es un Bar Manolo en toda regla en segunda línea de playa. Los domingo la suelen incluir en el Menú que por cierto es de tamaño XXL. Yo me segundo me pedí pez espada. Y eran unos 11€ en festivo y pleno julio… Si no hubiéramos ido con un amigo de allí de toda la vida, nunca lo hubiéramos descubierto. Apúntatelo en la «butxaca» aunque obviamente, tiene un súper yipi 😉
En Gandia no estuve, querida Lola. Pero me la apunto. Tengo amigos que si acuden mucho.
Relación calidad precio fatal. Demasiado caro. Muy caro y muy mal royo transmite su personal. Nunca me habían tratado tan mal.