A lo largo de mis viajes, tan solo me he encontrado en dos situaciones parecidas a lo que se puede ver en el programa ‘Crónicas carnívoras‘. Por si no conocéis el programa, en él Adam Richman se dedicaba a visitar distintas ciudades de Estados Unidos a probar la gastronomía local y, al final de cada programa, se enfrentaba a un reto de comer. Distintas bestialidades al más puro estilo estadounidense que tiene que comer en cierto tiempo para poder ganar. Desde alitas de pollo híperpicantes hasta hamburguesas de dos kilos. Burradas. Como digo, solo me he visto en dos ocasiones parecidas. Una de ellas la que os cuento hoy, en el Bar Marvi de Valencia.

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Por si os interesa, la otra ocasión fue hace unos cuantos años en la Cafetería Sito en Villasana de Mena. Lo más bestial que me he comido en cuestión de tamaño. Volvemos a Valencia. Nos vamos al Marvi. Se trata de una taberna gallega de barrio. Con todo lo que te puedes encontrar ahí. Como se dice comúnmente, un bar de pelea. Una carta que se basa en tapas, raciones y bocadillos. Todo con buena pinta y muy rico. Como pillaba cerca de donde me quedaba en la ciudad, decidí pasarme a cenar una noche. Dudé bastante entre qué elegir y, al final, me decanté por una ración de lacón (que me gusta bastante) y el bocata Rincón Talega, el especial de la casa.

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Empezaron sirviéndome dos pintxos de cortesía. Un huevo de codorniz frito con txistorra y pimiento verde y una croqueta. Tras ese pequeño entrante llegó el plato de lacón. Con un poco de aceite y pimentón dulce espolvoreado (a la gallega) estaba muy bien y, por si sola, llenaba lo suyo. Recuerdo el gran detalle de traer el pan de acompañamiento calentito y ligeramente tostado, lo cual le daba una textura especial. Como digo, es un detalle que me ganó. Y mola.

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Tras los entrantes llegó el plato principal, el contendiente de estas Crónicas CarniBORIcas. Si bien no es una monstruosidad al estilo del programa americano, si era un bocadillo con el que avisaron que no todos se lo terminan. ¡Pero somos de Bilbao #aibalahostia! Ya solo por orgullo propio había que comer como si no hubiese un mañana. En el lado contrario de la mesa apareció, desde la cocina, media barra de pan, bien huntada con alioli rellena de varios huevos fritos con patatas, chorizo y queso. El reto Rincón Talega del Bar Marvi de Valencia. Como en todas estas cosas, lo básico es el ritmo. Empecé fuerte, pero el último cuarto se hizo eterno. Cuando ya quedaba poco, decidí cambiar de estrategia, comerme el interior y luego el delicioso pan (tostado con alioli, ñam). Mientras respiraba y comía, respiraba y comía, escuché cómo la camarera dudaba de mi con el cocinero. Dudar de mi, ¡qué osadía! Por suerte me echaron un cable: «Que es de Bilbao». «Aiba la hostia» añadí. ¡Y me lo comí! Ganaba el hombre a la comida.

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Para bajar todo me tomé un rico flan con caramelo. Además, la casa invitó a un par de chupitos de crema de orujo casero. Según me dijeron lo habían traído hace poco de Ourense y doy fe que estaba delicioso. En botella de vino, como debe ser, que se note que es artesanal. Al final, todo ello (lacón, bocadillo mortal, postre y bebida) me salió por 12€. Un precio muy económico por una cena de esas que pueden matarte, pero te lo acabas por lo rico que está (y en parte por un poco de amor propio). Así que ya sabéis, el Bar Marvi de Valencia es una de mis recomendaciones para una cena rica, tranquila, barata y gallega en la capital del Turia. ¡No os lo perdáis!

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