Sarean, San Francisco.

En plena plaza de San Francisco, en Bilbao, se encuentra un espacio cultural comunitario con sabor propio, tal como dicen desde ese sitio. Se trata de Sarean. La definición se ajusta como un guante, aunque en mi caso lo he conocido desde la vertiente gastronómica. También es lo más normal, estamos en el Txoko, no en el blog.

Sarean, San Francisco.
Entrada de Sarean, en la plaza de San Francisco de Bilbao.

El pasado sábado, después de asistir al Ansible Fest en el BilbaoArte, algunos de los allí reunidos fuimos a comer y seguir con la charla en algún local cercano. Acabamos en el Sarean. Por lo que me comentó Koldo Gutiérez (@koldoguti) de la Revista Cactus, se trata de un espacio cultural con una vertiente gastronómica que se apoya mucho en hacer comunidad en el barrio. Debió de haber algún problema hace un tiempo y cerraron, pero han vuelto a abrir con el mismo espíritu y una interesante propuesta gastronómica.

Digo que fui el sábado, básicamente, porque me decidí por el menú de fin de semana con un precio de 18,50€. El menú del día entre semana es de 12€ y existe la posibilidad de un medio menú de 7,50€. Cierran los lunes, por lo que tenedlo en cuenta. También son especialistas en cervezas artesanales, por lo que no es, para nada, un mal plan acercarse a tomar unas cañas o zuritos cualquier tarde. Tienen terraza, si no llueve, huele a planazo.

Cerveza Boga
Cerveza Boga de barril servida en el Sarean.

En cuanto al menú, podéis ver arriba las opciones que tuvimos para elegir. Están marcados los platos veganos, por lo que pudiera pasar. Además, a parte de la bebida incluida en el menú, sirven jarras de agua. Puede parecer una tontería, pero es un detalle que no se destila mucho por estos lares y es socorrido. Ojalá haya más restaurantes en Bilbao que tomen ejemplo y empiecen a servir agua junto a cualquier otro tipo de bebidas. Hablando de beber, me decidí por la cerveza Boga de caña. Rubia en este caso. Es una cerveza que se elabora en Mungia y está bien rica.

Entrante de cortesía en el Sarean.
Entrante del Sarean.

Para mi sorpresa nos agasajaron con un pequeño entrante antes del primer plato. Sin el papel delante me cuesta distinguir los ingredientes, así que lo diré a gusto. Se trataba de una cucharita con tomate troceado macerado en soja y espagueti de mar. No sé si tenía sésamo o eran las pepitas del tomate. Junto a la cuchara también había un pimiento verde frito con sal. Me he pasado el verano comiendo pimientos verdes fritos con sal y este estaba en la mitad superior de la tabla. Una ración de estos pimientos es algo a tener en cuenta. El entrante estaba rico. Fresco y ligero. Para abrir boca y empezar a salivar.

Huevo a baja temperatura del Sarean
Huevo cocinado a baja temperatura con escalibada y jugo de pimientos

Para el primer plato me decidí por el huevo a baja temperatura con escalibada y jugo de pimientos. Pensaba que sería un huevo al estilo Sukam con pimientos. Lo cual es una auténtica maravilla, dicho sea. Sé que hay mucha gente a la que no le gustan los pimientos, pero a mi me chiflan. De las espectativas a la realidad hay un paso y muchas veces ahí se producen las desilusiones y los malos entendidos. No fue el caso. Al menos no del todo. El huevo no tenía la yema líquida como esperaba, más bien estaba cocinado de manera más o menos uniforme y se deshacía en la escalibada y el jugo de pimientos. No es una queja, ojo. De hecho, estaba muy rico. Era suave, pero con un puntito de amargor que lo hacía muy interesante.

Costilla del Sarean
Costilla cocinada a baja temperatura en el Sarean.

Dudé bastante con el segundo plato. No sabía si quedarme con la merluza rebozada con pimientos rojos (otro de esos platos típicos que bien hechos me encanta) o con la costilla. Decidí lanzarme a por la carne. Una carne en su punto siempre es una buena elección. Y creo que acerté. Estaba sentado enfrente de Alberto Coronas (@AlCoronaG) de Choquejuergas (entre otras cosas) que pidió lo mismo y llegamos a la misma conclusión. Acierto total. En un primer momento, la carne salía sola, como si fuese mantequilla y casi no hubiera hueso. Hecha en su punto, terriblemente jugosa (el miedo de que quede seca siempre está ahí) y acompañada de dos salsas. Como digo, me cuesta distinguir las elaboraciones claramente sin la carta cerca (todavía no estoy en ese punto, soy bloguero pocho, no crítico profesional), pero me recordaban a una salsa barbacoa extraña y picante y otra hecha a base de Viandox. Estaban buenas y acompañaban a la perfección la costilla (con su costrita crujiente) y las patatas con cebolla a la plancha (la cebolla, no las patatas).

Helado de fresa del Sarean
Helado de fresa del Sarean.

Los postres eran algo más habitual y fácil de encontrar en cualquier otro restaurante. No es algo de por si malo. Un dulce no amarga a cualquiera y siempre viene bien comer uno para reposar la comida. Yo, al menos, trato de no perdonar el postre porque siempre entra bien. Un helado de fresa con un barquillo y unas

Interior del Sarean
Desde el comedor se puede ver la cocina / Fuente: Sarean.info

En definitiva, el Sarean se trata de casi un 2×1. Por un lado comes bien a un precio no excesivo y por otro ayudas a crear comunidad en uno de los barrios más populares de la Villa. Si quieres complementar el plan, justo a la vuelta de la esquina se encuentra el maravilloso Museo de Reproducciones. Un espacio más que interesante.

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