Hará un mes o así fui a comer con unos amigos a Santoña. Era sábado y las opciones de menú del día suben un poco de precio como suele ser habitual en estos casos. Nos dirigimos a La Taska de la ciudad portuaria y ahí pudimos elegir si queríamos comer un menú o preferíamos el picoteo. Nos decidimos por la primera opción. Un menú de dos platos y postre por algo menos de 15€.
De primero me lancé a por el arroz. No es raro en mi que me decida por el arroz. Soy fan de este cereal y las múltiples combinaciones que le van al arroz son algo que me chifla. Así, y como no podía ser de otro modo con una ciudad tan marinera, pedí un arroz con calamares en su tinta. Un arroz negro, vaya. Puede que no tenga buena pinta, pero estaba rico. Me hubiera gustado algo más mezclado, no cada cosa por su parte, pero mezclar el arroz con la tinta del txipiron es una maravilla. Aunque suelo acabar pringado, no sé cómo me lo monto.
Con el segundo plato dudé si seguir con el producto del mar o pasarme a algo de tierra. Cantabria es conocida por sus mares y sus verdes prados. Así que cualquier opción de mar o montaña es sabia y bien escogida. Finalmente me decidí por las carrilleras. Es un plato que me encanta. La carne que se deshilacha es de mis preferidas y me gusta probar cuantas variedades pueda. No recuerdo la salsa que emplearon, pero no era la clásica con vino (qué rica). La carne estaba tierna y sabrosa, pero el floripondio donde estaba incrustado no fue de mi agrado. Una especie de pan de pita soso que no ayudaba en nada al plato en si. Aunque, como digo, la carne estaba rica.
De postre, todos nos decidimos por la tarta de queso. Hubo unanimidad. Ya os he repetido mucho que soy fan de este postre. Cuando puedo, cae uno. Me gustan todas las variedades. Desde la tarta cutre congelada hasta la casera hecha con mucho amor. El caso es que la de La Taska no estaba muy buena. A mi parecer era de las congeladas y no estaba buena, la verdad. Una pena. Con lo que me gusta.
Lo que si que me fascinó fue la fantástica cerveza artesanal y elaborada en la propia tasca. Nos comentaron que por ley no pueden vender para llevar, se tiene que beber en el local, pero merece la pena el paseo hasta Santoña para tomarse una cerveza ‘El Puerto’. Eso sí, no cojáis el coche que como todas las artesanas sobrepasa los 5º de alcohol y se nota cuando te levantas. Hablaré de ella en el blog de Rafa Osuna ‘Birra y Burger‘. Si se deja.