Como ya os comenté hace unos días, esta semana se ha celebrado en el Bilbao Exhibition Center el Food Truck Forum!, una feria profesional de las gastronetas y furgonetas de comida muy interesante para los que se quieran dedicar a ello o los que ya estén metidos hasta las trancas en el sector. Con un programa de actividades muy interesante y unas conferencias de lo más útiles para realizar un diagnóstico de la situación del food truck en nuestro país y alrededores.
Desgraciadamente solo pude acudir la mañana del martes, pero me sirvió para ver dónde está el movimiento del street food y qué buscan de cara al futuro. Además de pasearme y maravillarme con algunas de las furgonetas, la mesa redonda con miembros de las comunidades de food trucks en distintas comunidades autónomas (y Portugal) fue un interesantísimo punto de partida para ver dónde se encuentra el movimiento.
Básicamente se encuentra en un punto en el que necesitan avanzar y la legislación se lo impide. A grandes rasgos, el mayor problema de los food trucks es que solo trabajan en eventos privados y, casi siempre, durante los fines de semana. Así no pueden mantener un negocio a futuro. Piden a los ayuntamientos que les permitan trabajar en espacios públicos (aunque sea de ámbito privado). Ya pagan distintos tipos de impuestos y licencias y el negocio que llevan se ajusta totalmente a la legalidad. Así, tan solo quieren un poco más de apertura por parte de la Administración para poder vender en la calle y no limitarse a eventos esporádicos. A ese respecto, el presidente de honor de la Asociación de Hosteleros de Bizkaia, Angel Gago, comentó que es complicado que suceda en Bilbao porque ya se está buscando acabar con las terrazas después de una época de alegría a la hora de permitirlas. Por otro lado, dijo que «no hay nada peor para un hostelero que poner una terraza en un espacio privado de uso público». Lo mencionó porque suele haber problemas con los vecinos y es otra pata donde puede cojear el banco.
Otro de los temas a tratar fue la competencia. No tanto entre las propias gastronetas, como con los negocios de hostelería más tradicionales. Desde estos últimos se les ha acusado de ser competencia desleal. Las asociaciones de food trucks responden que pagan los mismos impuestos y licencias que los bares y restaurantes, incluso más. Además de ello, no pueden trabajar a diario por las limitaciones administrativas de las que hablaba antes. Hay municipios que han llegado a algún tipo de acuerdo para colocar un food-truck en ciertas zonas, pero no es habitual.
Al final, dejaron la ventana abierta para la esperanza. Es posible que haya muchas trabas y que el futuro no pase por los eventos, si no por hacer la calle. El movimiento asociativo al respecto de los food trucks goza de buena salud. Este tipo de ofertas gastronómicas interesan a la gente (mucho en Asturias, curiosamente) y hay interés por parte de particulares y personas jurídicas de meterse en este fregado. La clave para seguir en la buena dirección es mantener unos estándares de calidad altos, no caer en el fast food y, como dijeron desde la asociación de Aragón, mantener los precios entre 4 y 6 euros, más se recibe mal por parte del público y lo importante es que vayan, prueben y repitan. Así que desde el Txoko no queda más remedio que recomendar que la próxima vez que veáis una gastroneta de estas, os lancéis en masa a por el buen producto que ofrecen.