La receta del croissant es bastante complicada. Capas de hojaldre y mantequilla. Algo muy elaborado y complicado como para hacerlos para el desayuno. En cambio, esta receta es más sencilla, bastante de hecho. Se tratan de unos croissants de lata comprados en Francia que en casa siempre hemos comido y cuando viajamos al país vecino solemos traer. Si vais a ir próximamente, no dejéis pasar la oportunidad de pasaros por un Carrefour (u otro súpermercado) y gastarte 2’18€ (más o menos) en estos cruasanes. Merecen la pena.

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Esta masa en lata es de la marca Croustipate y están tremendamente ricos. Casi más fácil y rápido que bajar a comprarlos. Una vez abierta la lata, hay que extender la masa. Una vez hecho, se ve claramente por dónde debes de cortar. Así, haces cuatro banderines de estos medievales de masa de cruasán y los enrollas. Mi consejo es hacerlo desde los dos vértices e ir enrollándolo con cuidado que quede todo simétrico. Queda raro que un lado tenga más cuerno que otro. Durante el enrrollado podéis meter algún tropezón interno. Si sois golosos, un poco de chocolate o más mantequilla. También debe de quedar bien algo de mermelada. Lo que sea le va a venir genial.

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Es mejor precalentar el horno antes. No con un fuego muy fuerte, unos 180ºC serán suficientes. Una vez caliente (lo lógico es encender el horno antes de abrir la lata) mete los cruasanes y vigílalos. A los 5 minutos vigila cómo van y si por arriba están dorados, dales la vuelta con cuidado de no quemarte. Unos dos o tres minutos más y ya tendrás los croissants caseros listos y dispuestos para servir. Espolvorea un poco de azúcar glass para decorar y listo.

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