Desde hace un tiempo sabemos que el Gobierno Vasco intenta vender la imagen de Euskadi al resto de España y al extranjero. Uno de los atractivos turísticos que ponen en valor es la gastronomía. Lo bien que comemos en Euskadi puede ser un motivo tan válido como cualquier otro para que vengan a conocer lo que esta maravillosa región tiene que ofrecer. Incluso he ido a lanzar el gancho a Valencia con lo de las gildas.
Ayer, leía en ‘El Correo’ que se ha licitado el espacio para la restauración del aeropuerto de Bilbao, punto de acceso o salida de la Comunidad Autónoma Vasca de 4.277.430 pasajeros en 2015, datos de AENA. Si bien es cierto que este dato recoge pasajeros de provincias y comunidades limítrofes, es cierto que el volumen de pasajeros en ‘La Paloma’ es alto. Como decía, en el periódico hablaban sobre las licencias y la reforma que va a sufrir la zona de restauración. La transformación correrá a cargo de la multinacional catalana Áreas y ésta se encargará de poner locales comerciales de Starbucks, Burger King, un jamón & tapas bar llamado MásQMenos, una cafetería-panadería Santa Gloria, una pastelería típica de Bilbao como es Arrese y un restaurante fusión de mano de Ricardo Pérez, chef del Yandiola en el edificio antes conocido como la Alhóndiga.
Cuál es mi sorpresa al ver que no se han decidido a poner un bar de tapas y un restaurante más tradicional. Como digo, Euskadi intenta posicionarse como una potencia gastronómica mundial. Razones no le faltan, desde luego. Tenemos la mayor concentración de estrellas Michelín per capita del mundo. 28 estrellas en 19 restaurantes para una población de menos de dos millones doscientos mil habitantes. Sí, en Euskadi se come bien y se aprecia la comida. ¿Por qué no trasladar eso al aeropuerto?
Llevo un par de días dándole vueltas al tema. Sé que se trata de una licitación que ha ganado una empresa. También sé que la gestión de los aeropuertos es competencia estatal. También sé que el Gobierno Vasco tiene poco que hacer aquí, pero no sé, puede negociar con Áreas para conseguir una oferta gastronómica más adecuada a lo que se ofrece en el propio destino. Recordé este glorioso reportaje de Rosa Rivas (@GastroRosaRivas) en ‘El País’ hace cuatro años sobre lo bien que se puede comer en un aeropuerto y le uno este tuit de @framara en Colombia al respecto.
¿Qué hace una hamburguesa como tú en un aeropuerto como este? pic.twitter.com/PhrPe1eDGW
— Paco (@framara) October 29, 2015
¿Por qué poner un bar de tapas cuando lo que vendemos aquí es pintxos? Además, si lo pones al precio de algunas zonas de Donosti (o de aeropuerto), los turistas ya van preparados. Lo mismo pienso del restaurante. Aprovechar para dar un buen servicio de comida vasca, con precios ajustados (que no tienen por qué ser baratos) y luchar por conseguir ser una referencia en Bilbao a la hora de comer. Una de las cosas que haría si tuviera dinero es montar un restaurante con aspiraciones de Michelín en el aeropuerto. En la zona de embarque y fuera. Todo en uno. Pero esas son mis mandangas. Opino igual respecto a otros aeropuertos. Si alguien espera comer una buena paella en Valencia, ¿qué mejor lugar para poner una tradicional paella valenciana que el propio aeropuerto? Aprobada por @wikipaellas, a poder ser. Para comer según llegas o llevarte un buen sabor de boca cuando cojas el avión.
Ojo, no digo quitar todas las franquicias multinacionales, que hay gente (como yo) que no quiere gastar demasiado en los, ya de por si, caros aeropuertos. Un Burger King, un McDonald’s o un Starbucks nunca están de más, pero que adecúen la oferta aeroportuaria con la del destino. Ya hemos visto que no es imposible comer bien en un aeropuerto. Ahora hay que llevarlo a cabo. ¿Cómo podemos ser una potencia turísica y gastronómica si nuestros aeropuertos no tienen oferta de calidad?
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