No suele ser habitual que escriba de un restaurante desde el propio lugar. Menos todavía que entre la visita que voy a comentar y el post escrito desde el lugar de los hechos hayan pasado dos meses. Incluso diría que es incluso más extraño que no sea el primer post para el blog o el Txoko que escribo desde ahí. Así que estamos delante de un post con algo más de magia que el resto. Si os estáis preguntando de qué demonios hablo, os diré que como indica el título del post, hoy toca hablar sobre el Kubrick Bar en la calle Villarias, 2 de Bilbao. Y preparaos, estamos ante una de mis queridas hamburguesas del mes.

Interior del Kubrick junto a la Ría.

Pues sí, amigos, fanses del Txoko y visitante random de Google en general, hoy toca hablar de hamburguesas. Nada menos que en el Kubrick, un bar de Bilbao con mucho encanto que nada hacía vaticinar que fuese a resultar tan rico y sorprendente como lo acabó siendo (/spoiler). Un restaurante atípico, que de hecho es más un bar con una buena cocina, en el que nada hace sospechar lo que puede llegar a esconder en su interior en materia gastronómica. Otro de tantos con una interesante barra de pintxos y un espacio más o menos amplio para el esparcimiento de la clientela. Ya pasé un dia por delante buscando un sitio para comer (hamburguesa, para más inri) y no reparé en los carteles que tenía en la puerta. Vamos, que nada hace pensar, al menos a primera vista, que dentro se cocina algo. Y se cocina bien.

La vieja carta del Kubrick.

Una vez dentro, el ambiente no es de los más ideales. Todo ello decorado e inspirado en el cineasta del que toma el nombre el bar. No hay demasiado sitio en general y da una pequeña sensación de apelotonamiento. Aún así, una vez que te acostumbras se está muy bien. Una carta interesante con unas cuantas hamburguesas y otros platos como baos (bocadillos con pan chino hecho al vapor), ensaladas o picoteo variado. Dentro de esta última categoría nos decidimos por los nachos, un clásico donde los haya que si están bien hechos son casi una obligación. En este caso justo era así, recomendados. Con bien de queso y acompañado de guacamole y salsa brava (no la típica, una muy rica) para untar. Dippear que dicen los chicos de los anuncios de hoy en día.

Papá, deja de echarme queso en la cabeza. Cállate, Nacho.

Tras los gastropreliminares pasamos a mayores. La reina de la función es, sin lugar a dudas, la hamburguesa. Ofrecen una variedad amplia e interesante de este gran plato. De hecho, desde esta vez a finales de abril que estuve hasta el día de hoy que me he pasado a escribir esto con un café en la terraza al sol, ha incorporado nuevas carnes al menú. Puedes elegir entre ternera, secreto ibérico, buey black angus, pollo o falafel. Al menos eso me deja intuir la carta. No sé si cada hamburguesa lleva asociado un tipo de carne determinado. En mi visita para comer, me acabé decantando por una Barbacoa.

La nueva carta del Kubrick.

Ya dije en el comentario sobre el Satélite T que mi ideal de hamburguesa barbacoa tiene que llevar bacon. Esta salsa está asociada, en mi cabeza y en mi paladar, a este ingrediente graso. No pueden ir una sin la otra. En caso de no llevar, lo pido a parte, aunque me jode pagar un extra por algo que debería ir de serie. Algo así como el Calatrava de las hamburguesas, si lo diseñas mal, no me cobres por tu error. También comenté en mi primera visita al Goiko Grill que no me gustan las burgers que van por trozos. Prefiero que se incluya el tomate y la lechuga (sobre todo el tomate) o que prescindan totalmente de ellos. Lo que me molesta es que lo pongan separado. A pesar de esta pequeña manía, el resultado fue muy satisfactorio. Unas patatas de cortesía riquísimas (al estilo del mencionado Goiko) y un conjunto de hamburguesa muy bueno. Rica, con un tamaño suficiente (no como el Happy River ¬¬) y un precio razonable. 7€ la hamburguesa que incluía unas ricas patatas.

BBQ, qué bonitas tres letras.

El resto ya es historia. Un local agradable, en una muy buena zona junto a la Ría, pero lejos del barullo o las aglomeraciones. Una terraza muy maja, personal amable, atento y simpático y buenas vistas. ¿Para qué pedir más? Una experiencia satisfactoria que recomiendo a los oriundos de la villa de vez en cuando. A tiro de piedra está el conocido Baobab en esa zona de ambiente alternativo que ahora se ha trasladado al muelle de Marzana. Ricas hamburguesas y precios justos. No seais como yo y fijaos por dónde vais, porque os podéis perder joyitas como el Kubrick.

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